CLOACA
Desciendo,
y mis párpados huelen
el fétido humor de los roedores;
mi nariz
lame el óxido de las cloacas,
y la boca
observa con espasmo
y llanto,
la sangre en las sinuosas tuberías.
Anduve buscando,
busqué andando
aquello que perdí.
La corriente de plasma
arrastró un cuerpo hacia mí
y en esa carne marchita reconocí
mis manos, mis piernas,
mi extinto ser.