EL SIGLO DE LA VIOLENCIA SISTEMÁTICA

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La realidad es cruda,  más aún cuando está sometida a un clima de animadversión y constante violencia como en el caso de las comunidades palestino-israelíes. El odio se recrudece aún más allá de la religión, pues detrás existen ya una serie de prejuicios, paranoias y cuentas pendientes entre familias de uno u otro bando. Si añadimos a la mezcla el contexto social de la inmigración, el desempleo, la desigualdad social y el fomento sistemático de la intolerancia, tenemos en puerta una bomba de relojería.

Ajami es una película que documenta tal circunstancia a través de una serie de historias que manifiestan la compleja coexistencia de musulmanes, judíos y católicos en el barrio del mismo nombre, ubicado en la ciudad de Jaffa, integrada a la metrópolis de Tel Aviv, en Israel, con personajes nobles en esencia, pero ya determinados por el ambiente socio-político del territorio donde les tocó vivir.

La película en su formato y contenido recuerda a otra de igual crudeza y carga visual, la también reconocida Amores Perros, incluso en una suerte de analogía antagónica se ha hablado de Ajami como “Odios Perros”.

Scandar Copti y Yaron Shani, palestino y judío respectivamente son los realizadores de esta historia, quienes tal vez sólo en este quehacer encontraron el medio de acercarnos a esta realidad sin dejarnos indiferentes.

No hay en el filme justificaciones, ni explicaciones, ni juicios. El espectador juzga o simplemente atiende, se cuestiona o se decepciona. O todas las anteriores.

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