Techo de cristal

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Como si de una plaga venenosa se tratara, así corrió el rumor de su penosa suerte. Quienes le conocían afirmaban que no lo merecía, porque nunca hubo mejor ambiente laboral como durante los años -casi diez- que trabajó en esa empresa. Otros, los menos quizás, dijeron que perder el trabajo en estos tiempos es casi como morirse. Los superiores sólo se justificaron diciendo que según el protocolo, aspirar a un alto cargo es una falta imperdonable, sobre todo siendo mujer.

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