TRAFICANTES DE LETRAS
Las hormigas entraron en el libro y comenzaron a llevarse al azar las letras a su hormiguero. Ni siquiera las vocales opusieron resistencia. Como no podían ingerirlas, pues la tinta es tóxica para su diminuto aparato digestivo, acordaron que podrían emplearlas como herramientas de trabajo en el mantenimiento de su hábitat, incluso un párrafo entero podría servir como vigas de soporte para el nuevo hormiguero.
Al abrir el libro, la abuela se percató inmediatamente de que había párrafos en blanco, palabras incompletas e incluso páginas enteras sin texto, pero no hizo más que reír ante semejante absurdo, segura de que no se trataba de un error de imprenta.
Eligió otro libro de la estantería y realizó el mismo procedimiento. Al ojearlo observó que el texto también estaba incompleto. Así, un libro tras otro. “Esto es increíble”, murmuró.
La abuela se propuso descubrir qué era lo que le ocurría a sus libros. Relacionó el fenómeno con lo que ocurre a los tickets de papel térmico, donde la tinta después un breve tiempo, se borra. Especulaba sobre si aquel calor asfixiante del verano podía ser capaz de derretir hasta la tinta de sus libros, sin embargo, descartó esta hipótesis porque habría alguna mancha en las páginas. No cabía en su mente la posibilidad de que las letras pudieran desaparecer de un día a otro, sin previo aviso.
Seguía dándole vueltas al asunto cuando descubrió la fila de hormigas que salía por una grieta de su habitación. Las siguió con la mirada, aunque no podía distinguir lo que tan escrupulosamente llevaban a cuestas. Apenas perdió de vista la hilera volvió a sonreír pensando en que si las hormigas estuvieran traficando con las letras de sus libros tendría ante sí una excelente idea para inspirar uno de sus cuentos.
Qué original
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¡Gracias por comentar! Un abrazo
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Maravilloso de principio a final. Te felicito. Besos a tu corazón.
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Ingenioso de principio a fin. Muy bueno
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No tanto como el «ingenioso hidalgo» de tu imagen. Un fuerte abrazo.
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Jajaja, no lo he adoptado por ingenioso sino por ser adalid de causas perdidas, como yo, sin pretender compararme
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Confío en que no todas son perdidas (por lo menos no aquellas de las que eres adalid).
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Me ha encantado este cuento… y me ha hecho recordar lo que decían los ancianos de un pueblo contiguo al mío, que se lo habían comido las hormigas… Realmente interesante y original. Mi felicitación.
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¡Gracias Julie por tu comentario! ¡Vaya odisea de las hormigas comerse un pueblo!!!! ¡Un abrazo!!
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