SÍSIFO
No es autodestrucción,
aunque parezca absurdo querer no ser,
como el que por designio sube a cuestas,
la roca que a la sazón
volverá a caer.
Podría buscar un motivo
que engañe a la necedad
del entendimiento:
me dejé atrapar,
en las redes de un amor-escudo
donde caben todas las defensas.
La más resistente
protege del embate
de quienes lo profesan,
paradoja que tampoco
descifra la comprensión.
De las defensas
penden los humores
que hieden a placer,
y los fluidos mezclados de dos pieles,
capricho que la primitiva alquimia
anhelaría satisfacer.
Termino entonces por descubrir
que eres tu la roca
de mi eterno castigo,
suplicio de la duda
que mendigo,
el mejor beneficio
del mal que elijo,
dulce y mordaz ritual
que a horadadas,
revive el mito.
Magnífico poema! Me ha gustado mucho.
Saluditos. 😉
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Mil gracias por pasarte. ¡Un abrazo!!
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Impresionante
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Te agradezco tu comentario Marina, espero que la impresión sea buena 😉
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