BALLENAS

Aquellas gotas grandes y pesadas no provenían de una nube hinchada como es la costumbre. Procedían de una pareja de ballenas que surcaban los aires en busca de comida, o tal vez, en busca de un refugio. Pero, ¿qué refugio podrían encontrar una pareja de ballenas en aquel cielo infinito y desamparado? Diecinueve días con sus noches deambularon por las alturas, al mismo tiempo que rociaban el paisaje con eso que algunos años después alguien nombraría la “lluvia animal”.

Eran noches terrenas y serenas, en aquellas dunas de arenas morenas, donde se tejían quimeras eternas. Allí parecían flotar ajenas, ese par de ballenas, imposible confundirlas con sirenas.

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