OTOÑO

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La rama está adolorida. Pero no es la única. Sus vecinas también están de duelo. Lo que los humanos refieren en diversas expresiones como la poesía, con tanta melancolía e incluso romanticismo, es una verdadera tragedia para ellas. Cuando el viento les arranca las hojas es casi imperceptible su quejido desgarrador. Esta mañana, por ejemplo me quedé observándola con cierta ternura. Parecía tan ligera, tan graciosa… Tardé en darme cuenta de que no había motivo de alegría en aquellos dulces movimientos. Porque era la última. Sí, la última hoja que caía del árbol. Después de todo, el verdugo había concluido su labor, mientras las ramas quedaban indefensas, desnudas, completamente tristes.