FIEL COMPAÑÍA
Hace cinco minutos que moriste. Por lo menos eso dijo el médico, antes de salir arrastrando su indiferencia, por aquella puerta. Pero aún mantienes las mejillas sonrosadas como el día en que aquella niña te robó el primer beso. ¿Lo recuerdas? Estoy segura que sí. Percibo tu dulce tacto y tus manos se entrelazan con las mías sin oponer resistencia, lo cual me sugiere que el rigor mortis no ha aparecido, aunque si este es el signo infalible de la muerte de alguien, no veo la razón por la que el médico haya tenido que mentir. El calor de tu cuerpo tampoco te ha abandonado, eso me indica que algo de tí queda por allí. A decir verdad, nunca he sabido cuánto tarda en enfriarse un cuerpo, pero esta horrible sala no ayuda mucho.
Tendrían que ser más considerados en los hospitales, pues sería el colmo tener que marcharse acatarrado de este mundo, ya bastante hace uno con morirse sin haber pagado las facturas. Por cierto, tampoco sé cuánto tarda en morirse alguien, quiero decir, morirse del todo. ¿Tu lo sabes? Descuida, tómate el tiempo que necesites. Yo me quedaré aquí para hacerte compañía. Antes muerta que alejarme de tu lado.