OFRENDA MAYA
Mientras contemplaba cómo llevaban al cadalso al último candidato, sonó el despertador. Canek apagó la alarma y volvió a dormirse. En el sueño se repitió la imagen, pero no era capaz de ver el rostro del infortunado. Diez minutos más tarde, saltó de nuevo la alarma y otra vez y otra. Cuando por fin despertó, la multitud enardecida clamaba a los dioses, en el momento en que Canek estaba siendo inmolado.