LAS AMARGURAS DEL CAFÉ
Bebo una taza de café para aliviar el frío, mientras repaso las noticias perdidas en mi ausencia. Es difícil predecir cuándo o dónde te servirán un buen café. Éste en particular está en su punto.
Agresión a un menor hindú a manos de un grupo neonazi, en el barrio tradicionalmente de inmigrantes; los agresores están identificados pero no ha sido detenido ninguno.
Dicen que el café hay que beberlo sin azúcar para degustar su densidad, la acidez y el aroma -lo más seductor de esta bebida-.
Asalto de la policía a una nave ocupada por inmigrantes subsaharianos que se ganaban la vida recolectando chatarra. Las asociaciones cercanas a éstos colectivos de inmigrantes informan que hubo agresiones y heridos. Los medios sólo informan la cifra de detenidos en situación irregular. En total 47 personas desalojadas…
La textura de un buen café reside en la temperatura. Una cafetera bien calibrada, producirá un café cremoso y ʻcon carácter’, como dirían los expertos.
En el otro lado del mundo, la justicia mexicana cedió a las presiones del país galo para liberar, después de 5 años, a una ciudadana francesa (detenida y procesada de manera irregular), quien fue condenada a 60 años de prisión por los delitos de secuestro, delincuencia organizada y posesión de armas. El caso, aislado de las circunstancias de delito existentes (la liberación obedeció al procedimiento de la detención, más no la exime del delito que se le imputa), fue considerado como un agravio para las autoridades y para la sociedad francesa en general. Por tal precedente, para los franceses, el sistema judicial en México es llanamente, incompetente.
“Disfrutar de un buen café es como elegir a un buen amante. Cuerpo, fragancia penetrante y sabor intenso. Incluso hay estudios que analizan el efecto afrodisiaco del café, por tanto beber de 3 a 4 tazas es un estimulante perfecto”.
Cito: trama Gürtel, caso Urdangarin, Félix Millet y el expolio al Palau de la Música Catalana, Díaz Ferrán detrás de Marsans y Nueva Rumasa, Artur Mas y el fraude a la sanidad pública, Rodrigo Rato y el caso Bankia, Josep Durán i Lleida y la financiación irregular de UDC, y un etcétera inacabable. El mapa de la corrupción en España parece insondable. La lista de 2013 se engrosa con el sonado caso Bárcenas en el que están involucrados altos cargos del PP, y el caso Mulas, del PSOE. ¡Vaya si los diarios tienen tela de dónde cortar!
Añoro el “café de olla” de mi adolescencia y mi juventud. Fue entonces cuando relacioné la melancolía con una tarde lluviosa o con frío, una libreta y un bolígrafo para escribir, uno que otro canto de protesta, y varias tazas de café de mi olla de barro. Una vez que hervía el agua de la olla con canela, agregaba tres cucharas soperas de café veracruzano (de lo mejor que se produce en México) y lo dejaba reposar un par de minutos más. Cada tarde bebía como mínimo 4 o 5 tazas y las acompañaba con galletas y crema de café. Afortunadamente, esta deliciosa bebida no es algo que me quite el sueño, pues a pesar de la sobredosis de café, nunca tuve problema para dormir.
Una guerra anunciada con casi un año de antelación (como si el genocidio tuviera que agendarse), como lo fue la invasión relámpago a Palestina en noviembre pasado, pasó casi de noche por los medios de comunicación, los mismos, que de la manera más burda se prestaron al anuncio de Israel, que incluso calculó las víctimas colaterales del ataque. De la misma manera, con el amparo de la comunidad internacional, Francia mantiene la ocupación en territorio Maliense, supuestamente para frenar el ascenso de los grupos islamistas. ¿El común de los mortales tendrá noción de que una de las principales vías de escape para las economías en tiempo de crisis, son las guerras y que lo que están haciendo las potencias es normalizar este procedimiento?
También en los círculos del café hay extravagancias. Una de ellas es el café más caro del mundo, cuyo toque exótico reside en una peculiaridad un tanto escatológica. Se trata del denominado café “Kopi luwak”, procedente de los granos que encuentran en las deposiciones de una población salvaje de civetas denominadas Luwak, en Indonesia. El Luwak es un pequeño mamífero carnívoro, que suele elegir los mejores frutos de café y en el proceso de digestión eliminan su amargor, pero no son capaces de digerir los granos. Su elevado coste se debe a que la producción no sobrepasa los 500 kilogramos anuales, sin embargo, aunque el brebaje resultante es exquisito, no merece su elevado precio.
Si una civeta de aquellas que defecan el mejor café, se comiera todas las noticias amargas del mundo, sería incapaz de eliminar su amargor durante la digestión. Posiblemente moriría en el intento.