ESCATOLOGÍA COTIDIANA
Comemos de la inmundicia,
su aroma nos perfuma
y ensancha al mundo cada vez más.
La gula es un duelo continuo
por ver quien logra saciarse,
con el dolor ajeno.
Después de estos placeres
asesinamos las conciencias
en el intento de borrar lo indeleble.
Nada es tan cierto,
el mundo no es una mierda,
por si lo aparenta,
aunque cien bocas reciban las migajas
de un pingüe, beodo y lascivo
hombre altruista.
No lo es tanto,
porque las abejas se aparean aún,
y el calor se asoma y se oculta tras la luna,
y los tordos se vuelven la voz de la mañana,
y el viento nos seduce y nos complace,
y la semilla se transfigura,
y la primavera llega
y tras ella la lluvia estival.
Nada es tan cierto
como que nos extinguimos
y el aliento y el perfume,
sólo se mudan a otros cuerpos.
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